El roscón es redondo y dorado, el cual recuerda al sol, así como al culto de las Saturnales. Las festividades duraban entonces una semana entera, la tradición gustaba que se ofreciesen pasteles en su entorno y que los excesos estuvieran permitidos.

Es en la Edad Media cuando esta tradición se convierte en la del «roscón de reyes». Para algunos, la denominación viene de las regalías que hacía falta destinar a su señor en la misma época. Regalía generalmente acompañada ella misma de un pastel.
La sorpresa precede al roscón ya que ésta data también del imperio romano. En efecto, era costumbre en la Roma antigua elegir al azar el rey de un festín gracias a una moneda negra o blanca. Asimismo, se dice que el rey era designado de este modo entre los soldados de una guarnición o de una familia durante las Saturnales y que éste podía así, durante un día, llevar a cabo todos sus deseos y mandar todo lo que se le antojase. Cierta leyenda cuenta igualmente otro origen de la sorpresa: la leyenda de la Piel de asno, inspirada en el cuento de Charles Perrault. Como resultado de haber olvidado su anillo dentro de un pastel destinado al príncipe, Piel de asno habría inspirado esta extraña costumbre.
Por último, la tradición de enviar al más joven de los invitados bajo la mesa para indicar a quién le corresponde cada trozo del roscón habría llegado durante la misma época. Siempre durante las Saturnales, el amo de la casa pedía, efectivamente, al más joven de la familia, considerado el más inocente, que indicase a qué invitado debía distribuir la parte que tenía en la mano. Generalmente el niño es llamado Phébé (por «Phœbus» o «Apolo»), en referencia a un oráculo de Apolo.
Algunas cifras claves de la ‘Galette’ de los Reyes (2017)

Fuente: Capital n°316 Enero 2018